jueves, 12 de septiembre de 2013

La Ermita de San Juan de la Cruz

En 1565, D. Alonso Sánchez Chacón, vecino de Baeza, a la muerte de su esposa decide retirarse junto con unos amigos a su propiedad de La Peñuela. Por entonces, ésta era un núcleo minúsculo de población de apenas unas cuantas casitas enclavado en las inmediaciones de sierra morena. Administrativamente era una aldea del término municipal de Baeza. Es entonces cuando el Padre Núnez Marcelo, inicia un retiro espiritual con D. Alonso y sus amigos, acudiendo a celebrar los días de fiesta a celebrar la Eucaristía en una pequeña capilla que allí existía.

Pero D. Alonso se queda solo, y decide donar la finca y su casa a D. Alfonso de Coca, discípulo del beato Juan de Ávila, quien forma una comunidad, auténtico germen del convento.

El padre Núnez Marcelo adquiere otras 40 fanegas de Tierra a la ciudad de Baeza, en el año 1572. Al año siguiente, el 29 de Julio de 1573 los religiosos reciben el carisma carmelitano, y se inaugura solemnemente el convento. Pero apenas 3 años después, en 1576 los frailes abandonan el lugar, aduciendo como motivo la insalubridad del lugar.

La primitiva casita de la Peñuela estaba rodeada de unas chozuelas de retama o jara, tan estrechas que, entrando un monje, no cabía otro […] en estas chozas dormían los hermanos que no cabían en el dormitorio común, una sala a teja vana colocada encima del refectorio y la cocina.

Deducimos que el primer convento lo conformaba la casa de D. Alonso, de dos plantas (planta baja y cámara) a la cual por necesidades de espacio se la rodea de varias chozas de retama. Todo ello en la proximidad del primitivo oratorio, hoy ermita.

El oratorio comprendía una pequeña superficie, construido en piedra, cubierto a dos aguas. En la primitiva fachada destacaba un óculo y frontón (hoy bajo el maderamen del tejado de la nave), la pequeña espadaña y la portada (trasladada a la fachada actual de la ermita). En su interior destacaba una pequeña hornacina, con total seguridad dispuesta para acoger a La Santísima Virgen de las Angustias, pequeña obra en alabastro, datada en el siglo XVI que conservó la Parroquia hasta 1936.

No es hasta el siglo XVIII cuando volvemos a tener noticias de la ermita. Es en 1782 cuando el Intendente Ondeano nos informa de la ampliación de la misma a expensas de los fieles, añadiéndose la nave, quedando la primitiva ermita como altar mayor del edificio resultante. Y esto sucede porque Dª Juana de la Nava y Vozmediano, en 1.768 donó a la empresa colonizadora, su tierras de la Peñuela y Torrecillas, poniendo la condición de construir una ermita para venerar a San Juan de la Cruz. Este hecho resulta la más ferviente prueba de la devoción al santo desde la misma fundación de la ciudad, pues ya Ondeano refiere que en ese primitivo oratorio se veneraba al Santo (seguramente representado en un óleo)

Aprovechando la construcción de la nave, se dota a la ermita de cripta y osario, quedando ubicados bajo la nave, con escalera de acceso hoy cegada. Posteriormente se añadiría la sacristía de forma circular. Junto a ella se ubicaba el primer cementerio de la ciudad, anterior a la fundación de la misma, que se vino usando hasta los primeros años del siglo XX.


viernes, 6 de septiembre de 2013

Una niña carolinense nos necesita

Paula Talavera es una niña carolinense, que necesita de un transplante de médula para poder curarse. Es una donación muy sencilla. Tan sólo hay que sacarse sangre para ver si se es compatible. En caso afirmativo, hay que volver a sacarse un poquito más, de dónde se extraen las plaquetas que se donan. Un gesto sencillo que para Paula es vital.

El día 23 de Septiembre a las 18:00 horas habrá una reunión informativa en el Teatro Carlos III de La Carolina (Jaén). Es de capital importancia que vaya cuanta más gente mejor.

La Presidenta del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de La Carolina, Doña Josefa Martín ha pedido que todas las Hermandades comuniquen a sus hermanos cofrades esta noticia, para poder entre todos dar con un donante para Paula.

Permitidnos una consideración. Sólo poniéndonos en la piel de sus familiares podremos entender la preocupación que pueden sentir en estos momentos. Si esto pasara a uno de nuestros hijos. ¿No correríamos y removeríamos cielo y tierra hasta dar con alguien compatible? Paula y su familia son amigos, vecinos, carolinenses. Debemos colaborar en la medida que podamos, y como Cofradía, transmitir la caridad como el más importante de los valores.

Lo que hagáis a uno de estos pequeños, a Mí me lo hacéis” (Mt 25,40).