Tradiciones

El libro y la vela




Cada  año, al aproximarse las fiestas, cada hermano recibe en su domicilio el libro que anualmente edita la Hermandad junto con la tradicional vela. 

Si bien no conocemos la fecha exacta de su origen, sabemos que comenzó a publicarse el Programa de las fiestas durante las últimas décadas del siglo XIX. Con los años fue ganando páginas, hasta llegar a su formato actual.

La entrega de la tradicional vela se generalizó durante el siglo XIX, si bien no en su formato actual. Hasta la Guerra civil, la vela era vendida por la propia Hermandad como medio para allegar fondos. Así nos lo cuenta el Diario El Pueblo Católico, de fecha 18 de noviembre de 1931:

[...] Los gastos que ocasionan los festejos, aparte de una muy pequeña subvención que se solicita y da el Municipio, se recaudan, por medio de una rifa, con la adquisición de una vela, por la cual se da un donativo de 5 pesetas, y con sobrante de algún que otro festival o tómbola que se organizaba [...]

En 1959, en su artículo titulado "Ideas y proyectos" escribe el recordado párroco D. Jacinto Muela Tribaldos:

[...] ¿No sería más edificante y magnífico que estos mismos fieles y devotos formaran fila llevando en sus manos las tradicionales velas que con anterioridad se reparten? Porque, ¿Que otra finalidad tienen las velas sino lucirlas en las procesiones de la reliquia el día 23, y del Santo el día 24 por la tarde? [...]


El Tradicional sorteo del cerdo



Cada año, la Hermandad mantiene la costumbre de rifar, cuando se acercan las fiestas patronales en honor de San Juan de la Cruz, un cerdo. Dicho sorteo se celebra al término de la Fiesta principal de San Juan de la Cruz en la escalinata de la Parroquia.

Conviene apuntar que esta costumbre se inicia en 1770. Pablo de Olavide escribe cuatro años después una carta al Santo Oficio, quejándose de la fundación de nuestra Hermandad por parte de Fray Romualdo, y añade: el fraile recoge víveres de los que dispone a su antojo. Que San Juan de la Cruz no tenía necesidad de ellos. El intendente Ondeano se refiere constantemente a las rifas como una de las actividades más conflictivas que originan las Hermandades que a pesar del Fuero se van fundando.

Esta costumbre se mantiene viva durante el siglo XIX. Incluso un diario de corte anticlerical, El Motín, anuncia en su número del día 10 de Diciembre de 1890 que lo recaudado con la rifa del cerdo superaba los tres mil reales (750 pesetas).

En la actualidad, nuestra Hermandad sigue manteniendo la tradición del sorteo del cerdo, como vestigio vivo y presente de la antigüedad del culto a San Juan de la Cruz en nuestra ciudad.


El Castillo de fuegos artificiales



Parte consustancial de nuestra fiesta patronal es el castillo de fuegos artificiales. Los documentos más antiguos que obran en poder de la Hermandad nos hablan de las ruedas que se tiraban a la llegada del Santo a la Ermita y la tradicional traca al entrar San Juan en la Parroquia. Ya en el año 1880, se hace referencia a que en La Carolina la fiesta de San Juan de la Cruz se celebra con gran pompa y fuegos artificiales.

Las actas municipales nos hablan de un incidente surgido con el castillo durante la última década del siglo XIX. En 1893 el Ayuntamiento acuerda no celebrar la fiesta municipal y la feria, alegando la alcaldía que los sucesos de Melilla daban lugar a ello o así lo exigían. (Entre Octubre y Noviembre de 1893 Melilla es sitiada, desplazándose para defenderla el Ejercito de Andalucía, saldándose la campaña con 120 bajas españolas). El incidente surge cuando ante la petición de la Hermandad, el ayuntamiento se niega a costear los fuegos artificiales.

En 1896, el Ayuntamiento vuelve a costear los gastos que ocasionan los fuegos artificiales, subvencionando a la Hermandad con 500 pesetas que le son entregadas al Presidente D. Pedro Sanz, A partir de entonces irá reflejándose en las actas de la Corporación, por tratarse de la fiesta popular de esta ciudad.

En 1909 el programa de festejos indica que el día de la víspera, el 23 de Noviembre, a las ocho de la noche se quema una bonita colección de fuegos artificiales en el Egido. En años posteriores, se iría retrasando la hora a las 10 de la noche, mientras que el lugar escogido para quemarlo se iría intercalando entre el Egido, la Plaza de España, la plaza de la Ermita, plaza de las Delicias y Polígono Industrial de la Carretera de Madrid.

A lo largo de la Historia, muchas han sido las casas que han trabajado para hacer posible este castillo. Aunque de épocas pasadas sólo ha llegado el nombre de algunas, podemos citar a modo de ejemplo 

D. Alfonso Torres y D. Ramón Montes, en el año 1926

“La obrera pirotecnica”, de Moncada (Valencia), que dirige alfredo Zamora, en el año 1939 y 1942

“Nuestra Señora de la Villa”, de Martos que dirige el sr. Caballero, en el año 1954

“Casa Caballero”, de Porcuna, desde el año 1957 hasta 1963

“La Valenciana”, de Linares, desde 1964 hasta 1970